A Day at the Picnic
On December 27th we got up very early. At 8 a.m. we loaded the luggage onto the bus that would take us to the picnic where the brethren of the city of Guatemala would be expecting us. When we got off the bus we were welcomed with warm hugs and a heartfelt “bienvenidos.” Afterwards, we took a walk around the place. Frankly, it wasn’t very nice but the Christian fellowship and the love of the brethren made it beautiful.
After walking around we began putting together the donations, then helped cook traditional Guatemalan food. As we worked on the food, we had a very stimulating and inspiring conversation with the ladies of the Church; old and young who have a generous heart and a lot of love to give.
The congregation of Guatemala is very loving; it’s a group of people with an honest smile and lots of love to give. Their lives are inspiring because in spite of their trials they remain steadfast and faithful to the truth. Their candor, sincerity, and the positive outlook they exude allows you to connect with them beyond what words can describe. They steal your heart and it’s something you treasure within. I shall never forget the conversations, the encouraging words, and their life stories. From that moment I was able to see that in spite of the cultural differences and the physical distance we have a common mission that bonded us not as friends but as family.
The Guatemalan brethren had a profound impact on me and I will always treasure them in my heart. Saying good-bye wasn’t easy but I want you to know that they are people you can always count on because they have a very warm and loving heart.
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Día 27 de diciembre comenzó muy temprano, ya a las 8 de la mañana estábamos cargandolas maletas al bus con rumbo al picnic en el que nos esperaban los hermanos de la ciudad de Guatemala. Al bajarnos del bus lo primero que recibimos fue un gran abrazo y un gran grito de bienvenida. Luego recorrimos el lugar en que nos encontrábamos, no era un lugar hermoso pero la hermandad y el amor que había en el lugar provocaba que el lugar se hermoseara.
Después del recorrido comenzamos a ordenar las donaciones y después ayudamos a cocinar comidas típica de Guatemala, mientras pelábamos y picábamos se formó una conversación en la que pudimos conocer a muchachas y señoras que tienen historias inspiradoras y conmovedoras, señoras y muchachas que tienen una gran corazón y que tienen mucho amor por entregar.
La congregación de Guatemala es una congregación que siempre tiene los brazos abiertos con una sonrisa honesta y con un gran amor por entregar. Sus vidas son inspiradoras puesto que a pesar de las adversidades se mantienen en pie y fieles a la verdad. Su sencillez, su honestidad y la mirada positiva que tienen hacia la vida provoca que uno pueda conectarse con ellos de una manera indescriptible, en poco tiempo te roban el corazón y se queda en ti. Nunca olvidaré las conversaciones, las palabras de aliento y las historias de vida de los hermanos de Guatemala.
Desde ese momento pude ver que a pesar de las diferencias culturales y la lejanía geografía tenemos una misma misión que nos une y no como amigos sino como familia. Los hermanos de Guatemala me marcaron y siempre tendrán un lugar en mi corazón, la despedida fue dura pero quiero que sepan que siempre podrán contar con ellos porque su corazón en inmensamente grande.